Por Henry Aguilera, Tampa FL, [email protected]
Llegar a un nuevo país implica más que cambiar de lugar: es empezar de cero con esperanza, miedo y una mochila llena de anhelos y valentía. Así comenzó la historia de Nelcy Baltz, esta mujer colombiana, oriunda de Bogotá, que encontró en el amor y en su vocación de servicio un camino para crecer y levantar a otros.
“Llegué por amor”, cuenta. Su esposo, estadounidense pero con fluidez en español, fue el primer puente en una tierra donde aún no dominaba el idioma. “Al principio fue difícil. Estaba estudiando en la universidad en Colombia, pero al llegar acá tuve que empezar de nuevo. No hablaba inglés, así que comencé desde las clases básicas en el college”. Ese proceso de adaptación fue duro, pero también la empujó a aprender y reinventarse. En una ocasión, su esposo le dijo que a partir de ese momento solo le hablaría en inglés. Al principio, eso le molestó un poco, porque sentía que aún no estaba lista, pero con el tiempo se dio cuenta de que fue una de las mejores decisiones. «Tuve que agradecerle después, porque gracias a eso aprendí más rápido. Me obligó, de forma indirecta, a enfrentar el idioma».
En ese andar, no solo aprendió un nuevo idioma, también descubrió una vocación: ayudar. Aunque su formación inicial estaba orientada a la medicina, la vida le fue mostrando otros caminos donde también podía sanar, acompañar y transformar. Fundó un estudio fotográfico con su esposo, y con los años, el negocio se adaptó a las necesidades actuales: contenido digital, redes sociales, fotografía para eventos comunitarios y corporativos. Pero su motor no es solo lo empresarial: “Mi negocio me llena el bolsillo, pero el voluntariado me llena el corazón”.

En 2011 dio su primer paso en el mundo del liderazgo comunitario al unirse a la Asociación de Mujeres Profesionales Hispanas de Tampa, actualmente presidente Emérita. Pero comprendió que para tener mayor impacto necesitaban un respaldo legal y fiscal, así que en 2019 creó la fundación bajo la categoría 501(c)(3). “Eso permite que las donaciones sean deducibles de impuestos y nos da más herramientas para apoyar a quienes más lo necesitan”, explica.
Desde entonces, su compromiso se ha expandido como ramas de un árbol generoso. Hoy es tesorera en el Consejo Hispano del alguacil de Hillsborough (SHAC) , miembro de Comision of the Status of Women (COSW), Presidente de la Coalición Hispana de Artistas. También integra juntas directivas y participa activamente en proyectos que buscan influir en decisiones gubernamentales a nivel local. “Me involucro porque sé que desde ahí podemos llevar la voz de nuestra comunidad a donde se toman decisiones importantes”.
Pero su historia no solo es profesional. Es profundamente humana. En 2023 enfrentó un diagnóstico de cáncer de seno, una prueba difícil que transformó su vida. “Fue un proceso doloroso, pero también revelador. Aprendí tanto, que sentí la necesidad de devolver algo”. Así nació Believe Cancer Foundation, organización de la cual también es presidente, dedicada a brindar apoyo a pacientes que atraviesan procesos similares en su lucha contra la enfermedad, ofreciéndoles acompañamiento emocional, charlas informativas, espacios de escucha activa y recursos que las ayuden a sobrellevar este camino con mayor fortaleza y menos soledad.
Como madre de dos hijos -Joel, de 15, y Violeta, de 10- sabe que el tiempo es limitado, pero también valioso. “Mi mamá me ayuda mucho. Organizamos el día entre todos. A veces los niños vienen conmigo a los eventos, porque quiero que ellos también aprendan a servir, a compartir”. Su infancia, dice, estuvo marcada por ese mismo ejemplo. “Mi papá era muy activo en la comunidad. Siempre lo vi ayudando, organizando. Creo que ese espíritu lo heredé de él”.
Para ella, servir no es una opción, es una manera de vivir. “Desde niña sentía ese deseo de ayudar. Por eso estudiaba medicina. Siempre creí en dar sin esperar nada a cambio. Y aunque la vida me llevó por otros caminos, sigo creyendo en eso”.

Su mensaje para otras mujeres inmigrantes es claro: “No hay que perder la curiosidad ni el deseo de aprender. Lo que hacemos hoy, por pequeño que parezca, tiene un impacto. Involúcrense, participen, den la mano. Lo que se hace con amor, siempre vuelve multiplicado”. Y eso, Nelcy lo demuestra cada día, con cada gesto, con cada palabra y con cada paso que da por su comunidad.

