Por Henry Aguilera, Tampa FL, [email protected]
Para José Lázaro Quintero Santos, viajar nunca fue una simple forma de moverse de un lugar a otro. Desde sus primeros pasos como estudiante hasta sus actuales proyectos internacionales, el turismo ha sido una vía para conectar culturas, transformar comunidades y repensar la manera en que el mundo se organiza.
Nacido en Centro Habana, Cuba, recuerda su infancia como una época marcada por la curiosidad. Desde pequeño disfrutaba estudiar, buscar respuestas, entender cómo funcionaban las cosas. Esa inquietud lo acompañó a lo largo de los años: desde sus estudios en la Isla de la Juventud y la Universidad de La Habana, hasta obtener un doctorado en economía internacional y desarrollo en la Universidad Complutense de Madrid, España. Con el tiempo, se consolidó como experto en gestión turística orientada al desarrollo sostenible.
Su carrera comenzó como profesor en la Escuela de Altos Estudios de Hotelería y Turismo del Hotel Sevilla, epicentro del nacimiento del turismo en la Cuba de los noventa. Desde allí, viajó por todo el país formando a profesores y personal de instituciones turísticas. Esa experiencia fue el trampolín que lo llevó a Austria con una beca para estudiar Tourism Management. Luego vendrían años intensos en España, Inglaterra, Ecuador y Estados Unidos.
En Austria y España profundizó su formación como experto en turismo: primero en la Universidad de Alicante como profesor visitante, y luego en la Universidad Complutense de Madrid, donde se enfocó en el vínculo entre economía, territorio y turismo sostenible, tema central de su tesis doctoral. Esa línea de investigación consolidó un enfoque claro: más que atraer masas, el turismo debe generar impacto positivo en las comunidades que lo reciben.
Trabajó como profesor en la Universidad Antonio de Nebrija en Madrid y participó en intercambios académicos con la Universidad de Brighton en Inglaterra. Allí conoció de cerca proyectos en África basados en el “turismo de base comunitaria”: iniciativas que integran a los turistas en las dinámicas de comunidades rurales, generando ingresos sostenibles y promoviendo la cultura local.
De regreso a Latinoamérica, su experiencia fue clave en proyectos como el plan de desarrollo turístico del Cantón Playas en Ecuador, y el fortalecimiento de comunidades indígenas como la Shuar. Más adelante, diseñó un observatorio turístico en Quito, un sistema de indicadores que permite evaluar el impacto del turismo y evitar la sobrecarga de destinos turísticos, algo que afecta incluso a íconos como Venecia o Machu Picchu.
Actualmente radica en Tampa, Estados Unidos. Sus primeras experiencias en estas tierras fueron como profesor visitante en el Patel College of Global Sustainability, University of South Florida, donde participó en un intercambio de conocimientos sobre el papel de los observatorios turísticos como herramientas para el desarrollo sostenible. Esta iniciativa se desarrolló en el marco de la maestría en sostenibilidad global, con especialización en turismo.
Para él, el problema no está en cuántos turistas llegan, sino en cómo se gestiona esa llegada. “Los destinos exitosos no son los que reciben más turistas, sino los que logran que vengan menos, pero que gasten más”, afirma. Por eso, insiste en la necesidad de medir, planificar y vincular a todos los actores del turismo: transportación, hospedaje, alimentación, actividades de ocio y servicios turísticos, como un ecosistema integral.
Además de su experiencia técnica, también tiene una visión profundamente humana del turismo. “No se trata solo de crear productos bonitos. Se trata de generar bienestar, de proteger el entorno, de respetar a la gente que vive allí. Cuando el turismo no se piensa así, deja de tener sentido”.
Hoy, su labor se enfoca en asesorar destinos turísticos, colaborar con gobiernos, formar redes entre empresas turísticas y ayudar a comunidades a construir una oferta turística coherente, equilibrada y sostenible. Aunque ha vivido en muchos países y ha tenido una vida profesional diversa, su esencia sigue siendo la del niño curioso que quería entender el porqué de las cosas.
Su historia no es solo la de un académico o un consultor: es la de alguien que cree que el turismo puede ser una herramienta poderosa para transformar vidas, si se hace con propósito y conciencia. Su recorrido invita a pensar en un mundo donde viajar no sea solo un privilegio, sino también una oportunidad para generar sentido a través del respeto mutuo, el diálogo y el intercambio de saberes.