Roberto Álvarez Quiñones
Cuba hace 184 años, en 1841, produjo 200.000 toneladas de azúcar, de las cuales pudo exportar unas 140.000 toneladas, pues la Isla tenía entonces 1.007.624 millones de habitantes y el consumo nacional probablemente no superó las 60.000 toneladas.
Así lo muestran, y se deduce, de cifras documentadas de dos ilustres historiadores habaneros de la época como Antonio Bachiller y Morales, y José María de la Torre, nacidos en 1812 y 1815, respectivamente.
Y, oh sorpresa, en 2025 Cuba ha producido 147.000 toneladas de azúcar, apenas el 29% del consumo nacional de unas 500.000 toneladas, y en vez de exportar azúcar tiene que importarla en grandes cantidades hasta de EEUU, su principal importador durante más de un siglo y medio.
¿Qué ocurrió? La respuesta se la dejo a Raúl Castro y la pandilla que lo mantiene en el poder. Pero que no sigan burlándose de todos con lo del «bloqueo yanqui», basta ya.
Hay más datos y cifras que agravan la pregunta mencionada. En 1922, hace más de un siglo, el Central «Delicias» (en Oriente) produjo 157.055 toneladas (TM) de azúcar. Y en 1952 el Central «Chaparra» (en Las Tunas) produjo 150.188 toneladas de azúcar, en una zafra que alcanzó 7,2 millones de toneladas de azúcar. Ah, y por entonces Cuba exportaba la mitad de todo el azúcar que se comerciaba en el mundo.
O sea, solo dos fábricas capitalistas, que eran entonces las mayores fábricas azucareras del mundo, producían unas 300.000 toneladas, el doble de la producción nacional actual, y cubrirían hoy el 60% del consumo nacional.
Y doy otros tres datos asombrosos. En 1830, en vida de Simón Bolívar (murió en diciembre de ese año), y de los ilustres cubanos Arango y Parreño, José Antonio Saco y Félix Varela, salieron de 1.000 pequeños ingenios cubanos 94.000 toneladas de azúcar, dos tercios del total alcanzado hoy por el socialismo. Durante la Guerra de los Diez Años se produjeron 696.000 toneladas anuales de azúcar como promedio. Y un año antes de estallar la Guerra de Independencia, se produjeron 1,1 millones de toneladas.
Enfoquémonos ahora en la bochornosa zafra 2024-2025. Las justificaciones de los burócratas del PCC y el Gobierno son las mismas de siempre, no van al fondo del problema. Son un «llorao» porque de las 280.000 toneladas «planificadas» se obtuvo la mitad.
Ah, y ojo, la cifra de 147.000 toneladas no la dio el Gobierno, que se niega a dar cifras. Fue la agencia noticiosa española EFE que, luego de atar cabos estadísticos sueltos, concluyó que ese es el tonelaje total, o muy probablemente menos.
Para empezar con seriedad a evaluar las causas de la hecatombe de la agroindustria azucarera antes no debe olvidarse que en 2002 Fidel Castro, luego de declarar que «el azúcar es la ruina de Cuba», ordenó el desmantelamiento de 100 de los 156 centrales existentes, y redujo los cañaverales de dos millones de hectáreas a unas 700.000. Y precisamente cuando el precio mundial del azúcar estaba subiendo sostenidamente.
Si en 1958 les hubiesen dicho a Julio Lobo y a «Don Pepe» Gómez Mena, dos de los mayores industrialistas productores de azúcar del mundo (tenían 20 centrales), o a cualquier cubano de a pie, que Cuba produciría apenas 147.000 toneladas de azúcar al año, tendría solo 15 centrales funcionando, e importaría 75% del azúcar que se consume en el país, me imagino las carcajadas que habrían soltado con tan formidable chiste.
Y eso es hoy la pura realidad. Hoy Cuba importa azúcar lo mismo de Colombia, Brasil, Bielorrusia, Francia, República Dominicana, que de EEUU. Ahora es al revés.
Con excepción de Haití, todos los países productores de azúcar en América Latina producen más que Cuba. Incluso hasta Uruguay, que supera ya las 400.000 toneladas anuales.
Rendimientos cañero e industrial, quizás los peores del mundo
Hoy los cañaverales «revolucionarios» no alcanzan ni la mitad del promedio mundial de 71-76 toneladas de caña por hectárea, y representan la tercera parte de las 100-125 toneladas/hectárea que, según la FAO, obtienen en Swazilandia, las 117 toneladas en Senegal, las 107 de Malawi, o las 122 toneladas/hectárea en Perú y tantos otros países cañeros.
Según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI) desde 2002 el rendimiento promedio en los cañaverales cubanos ha oscilado entre 24 y 41 toneladas de caña por hectárea. Nada se sabe de la zafra 2024-2025, pero fraccionadamente se sabe que en pocos casos se superaron las 30 o 35 toneladas por hectárea.
No se alcanzan ni las 54 toneladas de caña por hectárea que es el rendimiento mínimo para hacer rentable cualquier agroindustria azucarera basada en la caña. O sea, la industria azucarera cubana no es rentable desde hace décadas. Hoy nadie sabe en la Isla cuánto cuesta cada libra de azúcar producida en el país.
Con respecto al rendimiento industrial, o «pol en caña», la relación entre la cantidad de caña molida y la de azúcar que se obtiene de ella, tampoco el régimen da cifras, pero de una manera u otra se sabe que apenas se supera el 10% de obtención de azúcar por cada 100 partes de caña verde. A la poca caña que se muele no se le saca todo el azúcar que puede dar.
Y estamos hablando de la nación que tenía la mayor y más eficiente industria azucarera mundial desde los tiempos de Napoleón Bonaparte, y que en los años 40 del siglo XX impuso un récord mundial fuera de serie al lograr un 13,7% de rendimiento industrial azucarero.
En resumen, la catástrofe azucarera cubana es uno de los grandes pilares del «futuro luminoso de la patria» que tantas veces prometió el «Embaucador en Jefe».

