Por Henry Aguilera, Tampa FL, [email protected]
Desde Minas Gerais, en Brasil, hasta Tampa, Florida, pasando por Canadá, el recorrido de María Clara, quien está a cargo de la marca Xaxa Fashion Diary, es el reflejo de una vida guiada por la intuición, la estética y el deseo de construir algo propio. Con una infancia marcada por el mundo de la moda, gracias a la influencia de su padre, comerciante del sector, y una personalidad naturalmente creativa, aprendió desde pequeña a reconocer el valor del estilo, no solo como una forma de vestir, sino como una manera de expresarse.
Durante su adolescencia en el interior de São Paulo, ya acompañaba a su padre en sus viajes de ventas. Más tarde, estudió comercio exterior, enfocándose en importación y exportación, pero la moda nunca dejó de estar presente. La vida la llevó a Canadá, donde vivió durante 17 años, formó familia y descubrió nuevas formas de combinar sus pasiones: creaciones estéticas, la decoración, el contenido digital y, por supuesto, el emprendimiento.
“Siempre me gustó mezclar colores, texturas, accesorios. Nunca estudié diseño formalmente, pero aprendí observando y experimentando”, cuenta. En Canadá, se convirtió en microinfluencer, manejó un blog de moda y participó en redes especializadas , plataformas cerradas para quienes compartían contenido curado de moda y decoración.
Su salto a la venta de ropa como empresaria independiente llegó de la mano de una amiga diseñadora de la línea Fitness Jungle Fit en Brasil, con quien estableció una alianza para traer a Canadá primero y a Estados Unidos después una línea de ropa práctica, cómoda y versátil. Son prendas diseñadas para moverse entre la rutina y el ocio sin necesidad de cambiar de vestuario. “Son piezas ligeras, perfectas para climas cálidos como el de aquí. Algunas sirven tanto para el gimnasio como para salir a hacer compras, sin perder estilo ni comodidad.”
Desde Tampa, importa directamente desde Brasil y realiza envíos rápidos a distintas ciudades del país. “Hay prendas que llegan a Orlando en dos días porque tengo inventario aquí mismo”, explica. Las ventas se realizan exclusivamente a través de su página web y su cuenta de Instagram, donde publica contenido visual, muestra combinaciones y mantiene contacto directo con su comunidad. “No tengo tienda física, así que el marketing lo es todo. Los videos, las fotos, los detalles: todo cuenta para que las personas confíen y se enamoren del producto.”
La marca principal que maneja la pronuncia “Chacha”, un apodo entrañable que nació del hijo de su esposo cubano cuando era pequeño. “Me decía ‘chacha’ en lugar de muchacha, y se quedó así. Es un nombre con historia, y me representa”, comenta con una sonrisa.
Luego de una pausa para adaptarse a su nueva vida en Estados Unidos, acompañar a sus hijos en la escuela y completar su proceso migratorio, volvió con más claridad. “Visité la fábrica en Brasil, vi las telas, las colecciones nuevas… y me volví a enamorar del proyecto”, dice. Desde entonces, no ha parado.
Cuando piensa en el futuro, sueña con expandir el catálogo. “Quiero traer más productos de Brasil: bikinis, calzado, flip-flops, ropa deportiva. Hay tanta calidad y estilo allá que quiero que la gente aquí también lo disfrute.” Aunque por ahora no considera abrir una tienda física, no lo descarta más adelante. “Con buen marketing se puede hacer mucho desde casa. Pero sí me gustaría que mi plataforma se convierta en un punto de referencia de moda brasileña aquí en Tampa.”
Para quienes desean comenzar en el mundo del comercio de moda, su consejo es claro: antes de lanzarte, estudia el mercado. Pregúntate si lo que ofreces es diferente, si hay necesidad de eso, si tu precio es competitivo. Y después, promociónate sin miedo. “Hoy, la visibilidad lo es todo.”

Esta emprendedora no solo vende ropa, vende estilo con raíz, con historia y con propósito. Su negocio es una mezcla de pasión, identidad cultural y visión comercial, donde cada prenda que cruza fronteras lleva consigo un pedazo de Brasil, y un futuro lleno de posibilidades.

