Soñar en código: La historia de Ricardo y su apuesta por la libertad

Por Henry Aguilera, Tampa FL, [email protected]

En el pueblo de Altagracia, a media hora del centro de Camagüey, Cuba, Ricardo Segovia Vega creció con una rutina que pocos adolescentes estarían dispuestos a asumir: levantarse a las cuatro de la mañana para viajar diariamente a su secundaria en Minas. Mientras almorzaba solo en una plaza con su pozuelito y su pomito de agua, ya daba muestras de una determinación poco común.

Aquellos años de esfuerzo silencioso lo llevaron a destacarse en matemáticas y, más tarde, a ingresar en la vocacional, un logro importante para estudiantes con alto rendimiento. Desde allí dio el salto a la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), donde se formó como desarrollador de software y comenzó a liderar proyectos desde temprano. “Fue en Venezuela, durante una misión como estudiante, cuando por primera vez me di cuenta de que existía otra forma de vivir, de emprender, de pensar”, recuerda. Ese momento marcó un giro en su visión del mundo y encendió en él un deseo de independencia profesional.

A lo largo de los años, ha trabajado en redes informáticas, edición de contenidos, programación y diseño. Combinaba sus jornadas laborales con iniciativas personales, aprovechando cada noche para crear desde casa. Desde Cuba, hasta Ecuador y luego Estados Unidos, su recorrido ha estado atravesado por una constante: hacer más con lo que tiene.

Después de emigrar, vivió en Kentucky, donde trabajó para empresas de software y, a la par, siguió construyendo su visión. Fundó Smart Technologies Lab, una empresa que desarrolla soluciones digitales personalizadas, y más adelante lanzó Route X, una plataforma para ajustadores de seguros en EE. UU. Sin embargo, sentía que aún podía hacer algo más cercano a las necesidades de quienes, como él, empezaron desde cero.

Así nació Cubanín, una app pensada para emprendedores cubanos. “Me di cuenta de que mucha gente necesitaba presencia digital, pero no podía pagarla. Cubanín fue una forma de decir: aquí tienes una herramienta gratuita, funcional y tuya”, explica.

Actualmente, está dando vida a Echify, una evolución más ambiciosa del concepto anterior. Se trata de una red social comercial que combina el dinamismo de plataformas como Instagram con herramientas de venta directa. Los usuarios no solo pueden promocionar sus productos o servicios, sino que también reciben automáticamente una página web sin costo, aumentando su visibilidad online sin depender de conocimientos técnicos.

Además, Echify incluye una lógica colaborativa: los creadores de contenido pueden generar ingresos promocionando productos de terceros, y cada interacción relevante dentro de la app, incluso si solo se comparte un contenido, puede formar parte de una cadena que termina en una venta, beneficiando a varias personas en ese proceso.

Lo que más me interesa es que cualquier persona, aunque esté empezando, tenga las mismas oportunidades que una gran empresa para mostrar lo que hace”, comenta. Con esa idea como motor, ha integrado tecnología, análisis de datos y diseño en una solución accesible que responde a las realidades concretas de los pequeños negocios, especialmente los liderados por inmigrantes.

Más que una plataforma tecnológica, lo que propone es un entorno donde el talento no quede relegado por la falta de recursos. Su trabajo busca abrir caminos reales a quienes necesitan herramientas más que discursos. Y lo hace desde la experiencia propia, desde las madrugadas estudiando, las noches creando, y los años sembrando paso a paso una visión que hoy toma forma con cada nuevo usuario que decide emprender sin miedo.