Nixon Restituyo García no llegó a Estados Unidos por el camino más común. Mientras muchos dominicanos seguían la ruta Nueva York–Florida, él aterrizó directo en Tampa, con una carrera de ingeniería en la maleta y una realidad por reinventar. En 2003 emigró desde República Dominicana para reunirse con su esposa y sus tres hijos en Florida. Ellos habían llegado en 2001, pocos meses antes del atentado a las Torres Gemelas, un evento que cambiaría el curso de muchas vidas, incluida la suya.
Ingeniero electromecánico de formación, nunca ejerció su carrera en Estados Unidos debido a las barreras del idioma y a su estatus migratorio inicial. En lugar de detenerse, buscó alternativas. “Lógicamente hay que mantener la familia de alguna manera”, recuerda. Y así comenzó su primer empleo como electricista en Brandon Electric, donde trabajó durante seis años y llegó a ser supervisor.
Pero la crisis del 2008 cambió el panorama. La reducción de empleos lo obligó a reinventarse. Su esposa ya trabajaba en limpieza, y él se unió. Fue durante esa etapa que observó algo que cambiaría su rumbo: “Nosotros durábamos cuatro o cinco horas limpiando un apartamento, y el que hacía carpet cleaning llegaba, resolvía en media hora y ganaba más”. Así nació la idea de empezar por cuenta propia.
En 2010 compró su primera máquina portátil para limpieza de alfombras y se lanzó con anuncios en un flyer local. Se dio cuenta de que, en los negocios pequeños, quien no está visible simplemente no recibe llamadas. La exposición era clave para mantenerse en movimiento y conseguir trabajo. Esa lógica sencilla lo impulsó a pagar más para asegurar visibilidad, una lección que marcaría su visión del mercadeo y la importancia de estar presente.
Poco después invirtió en una van equipada con una máquina de mayor capacidad. “Esa ya es otra cosa. No tienes que cargar el equipo hasta el tercer piso, solo conectas las mangueras. Es más eficiente, seca más rápido, da mejor resultado”, explica. Así dio un salto profesional en su negocio.
Hoy cuenta con tres vehículos, trabaja junto a su hijo y mantiene un equipo reducido pero eficiente. “Cada quien trabaja por su cuenta, salvo que el trabajo sea muy grande”, dice. Uno de sus vehículos lo usa como respaldo o lo opera personalmente cuando hay mucha demanda. El crecimiento ha sido progresivo y constante.
A futuro, no se ve haciendo lo mismo. Tiene planes claros: incursionar en contratos gubernamentales, expandirse al pressure washing y explorar la venta de productos de limpieza. Ya cuenta con una certificación para pequeñas empresas y ha tenido acercamientos, aunque aún no ha logrado concretar contratos significativos. “Me gustaría crecer más el negocio, pero también hacer algo diferente”, afirma.
En el trayecto, también ha ganado experiencia a partir de errores, sobre todo en el área de la publicidad digital. Sabe por experiencia propia lo difícil que puede ser entender y manejar herramientas como el SEO, Google Ads y el diseño de páginas web. En una ocasión, un cambio de página mal ejecutado le costó muchas llamadas y visibilidad. Contrató a una agencia para mejorar su estrategia de publicidad, pero al modificar una campaña que ya funcionaba bien, perdió visibilidad y dejó de recibir llamadas.
Para quienes recién comienzan en el mundo del carpet cleaning, aconseja dominar primero el equipo y conocer a fondo todo lo que implica trabajar con alfombras: desde la limpieza y reparación, hasta la eliminación de manchas complejas como las causadas por mascotas. Y más allá de lo técnico, insiste en la actitud: «Hay que ser amable, educado. Esto es un servicio y la gente lo valora».
También hace hincapié en no perder de vista los costos reales del oficio, como la gasolina, el tiempo y el esfuerzo físico, que son los mismos se trate de un trabajo grande o pequeño. «Hay costos que son lo mismo para limpiar una alfombra pequeña que una grande», explica.
No todo salió bien al primer intento. A lo largo del camino cometió errores, pero cada uno fue una lección valiosa: aprendió a mejorar, a identificar lo que no funciona y a tomar decisiones más acertadas. Invirtió tiempo, dinero y energía que a veces parecían no dar frutos, pero con el tiempo le devolvieron experiencia, claridad y confianza. Lo más importante es que nunca se detuvo. Hoy, con más de una década de trayectoria, él no solo limpia alfombras: despeja dudas, rompe temores y derriba techos mentales. Representa a miles de inmigrantes que no esperaron a tenerlo todo resuelto para comenzar, y que cada día eligen avanzar, con disciplina y dignidad.