¿Turismo en Cuba? Mejor no, gracias

Por: Rafaela Cruz, diariodecuba.com (fragmentos)

Cuando les falla el socialismo tiran rápido para el capitalismo… pero siempre llegan tarde.

De locomotora a vagón de cola que hay que empujar para que camine. Y es que era sencillamente inevitable que en algún momento, incluso ese turismo donde han invertido hasta los calzoncillos de la nación comenzara a ir mal, pues todo lo que tocan los reyes Midas socialistas termina fracasando.

Lo de locomotora, al fin y al cabo, nunca ha sido más que un término rimbombante pero vacío para justificar el desmedido volumen de inversión en este sector que, presumían, impulsaría toda la economía… ¡Mentira! El castrismo no ha permitido que el sector turístico se encadene con la economía nacional.

Por razones políticas al castrismo jamás le ha gustado que los cubanos se relacionen con extranjeros. Necesitaríamos una enciclopedia para listar la cantidad y variedad de impedimentos con los que, mientras pudieron, violaron nuestros derechos manteniéndonos aislados del mundo y sus habitantes. Por no poder, no podíamos ni escribir a un hijo emigrado, y hasta el otro día a los hoteles cubanos podía entrar cualquiera, menos nosotros los cubanos.

Prejuicios ideológicos y necesidad de mantener control sobre la población, impidieron, además, que la demanda potencial de millones de turistas arribando cada año al país, generase una oferta variada de servicios extra hoteleros, más allá de algunos pocos paladares, servicios sexo-culturales, y algún que otro tareco rodante con cero seguridad en la carretera. El plan era que los turistas solo salieran de los hoteles para meterse en el mar o en el avión que se los llevara del paraíso fidelista.

Además, la errática cuando no suicida política agrícola, y las limitaciones que mantienen al sector privado como mero revendedor de importaciones, impidió que los hoteles, enormes consumidores de alimentos, textiles y mobiliario, se encadenaran con proveedores nacionales.

Una locomotora así desacoplada, aunque volase como cohete, no tiraría de nada.

Jamás ha confesado el castrismo cuánto beneficio obtiene de cada dólar invertido en turismo. Pero, dada la marcadísima dependencia de importaciones, los beneficios deben ser exiguos e intermitentes. Y muy probablemente desde que comenzó la crisis en 2020, haya muchos hoteles trabajando a pérdida, enfrentando gastos con una bajísima ocupación.

Desde ese entonces, más que halar, el turismo es un lastre para la economía cubana, dados los gastos fijos y la depreciación de todo el capital ahí invertido. No es casual que esta situación crítica del turismo coincida con las dificultades de GAESA para echarle el guante a las remesas, muchas de las cuales terminaban sosteniendo y ampliando un sector de grandes ingresos pero escasos beneficios.

Si en vez de ampliar la oferta cuando la demanda se estaba reduciendo, hubiesen invertido en mejorarla añadiendo atracciones para que no todo fuese criar melanoma al sol de Varadero o los Cayos, el turismo cubano sería más competitivo y habría menos gastos fijos que soportar… Pero no, por alguna razón —¿comprar apoyos? ¿lavar dinero?— construir más y más hoteles era la meta.

Entre enero y marzo llegaron un 29,7% menos turistas que en el mismo periodo de 2024. Llamar a ésto desastre sería ser entusiasta.

En la reciente Feria Internacional de Turismo, FITCuba 2025 había mucho y animado público con acento argentino, colombiano, mejicano e incluso el distintivo acento de cubano emigrado y aspaventoso que trata de introducir su pequeña agencia de viajes. Pero demasiado poco se escuchaba la zeta típica del acento peninsular, mucho menos el inglés legible de los canadienses. No solo se está perdiendo volumen, también se está perdiendo la calidad —medida en poder adquisitivo— de los visitantes.

Y como no les queda nadie, nos hacen el cuento chino y el de los «amigos» rusos llegando a salvar el turismo cubano, cosa que ni ellos mismos creen, pero lo dicen, porque algo tienen que decir.

Ahora, cuando ya el estatal-socialismo destruyó mediante regulaciones excesivas, impedimentos burocráticos, prohibiciones de lógica política, impuestos desestimulantes y todo lo que implica que el Estado sustituya al mercado, ahora, cuando ya no hay remedio, quieren «actualizar el marco normativo y las políticas para estimular la inversión extranjera en el país; nuevas modalidades de negocios asociados a los inmuebles, como el arrendamiento de instalaciones turísticas (…) facilidades para la operación en divisas extranjeras, la utilización de nuevas tarjetas de pago y la aceptación del pago en efectivo en dólares y euros». Es decir, quieren hacer al final lo que debieron hacer desde el principio. Cuando les falla el socialismo tiran rápido para el capitalismo… pero siempre llegan tarde.

El turismo en Cuba va mal con perspectivas claras de empeoramiento y sin solución a la vista. Sustitúyase en la oración anterior el sujeto turismo por agricultura, energía, construcción, salud, educación, banca, sideromecánica, minería, tabaco, pesca o cualquier otra cosa, y el predicado seguirá siendo el mismo. Esta isla está rota.

Cuba es un Titanic repleto de pasajeros cuya única tripulación es una orquesta incapaz de navegar, pero dispuesta a seguir interpretando la misma melodía hasta que el océano los trague, rectifico, nos trague a nosotros, porque ellos flotarán sobre abultados salvavidas hoy escondidos sabrá Dios en qué bancos panameños o de Islas Caimán.