Hay historias que no comienzan con certezas, sino con valentía. La de esta joven cubana es una de ellas. Su recorrido no solo es un testimonio de esfuerzo personal, sino también una fuente de inspiración para quienes sueñan con construir algo propio, incluso en medio de la incertidumbre.
Mayelin, originaria de Caibarién, Villa Clara, su vida dio un giro desde muy temprano. Cuando su madre emigró a Estados Unidos en busca de una vida mejor, ella y su hermana quedaron bajo el cuidado de una tía en Cuba. Con apenas 12 años comenzó a asumir responsabilidades inusuales para una niña. Y a los 15, ya vivía sola con su hermana, enfrentando la vida con determinación y un sentido de responsabilidad poco común.
A pesar de los retos, culminó sus estudios y completó el 12º grado en Cuba. Poco después, emigró a Estados Unidos para reencontrarse con su madre. Su primer destino fue Marathon, en el sur de Florida, donde experimentó su primer contacto con la maternidad y la vida laboral en un nuevo país. Un año más tarde, se estableció en Tampa, ciudad que la vio crecer profesional y personalmente.
Durante seis años trabajó en el sistema escolar público del condado de Hillsborough, un empleo que le permitió integrarse a la comunidad, pero que no calmó su deseo de ir más allá. Quería independencia, tomar las riendas de su futuro. Fue entonces cuando decidió iniciar su propio camino.
Su primer intento empresarial fue una tienda de ropa deportiva llamada Beach Girl. La experiencia le enseñó a moverse en redes sociales, manejar inventario y conectar con clientes. Aunque el negocio no prosperó como esperaba, ese proceso le abrió la puerta al mundo que realmente le apasiona: el sector inmobiliario.
Con convicción y disciplina, se preparó para obtener su licencia como realtor, logro que marcó un nuevo comienzo. Desde entonces, no ha dejado de crecer. Invirtió en contenido profesional para redes sociales, creó una presencia sólida en línea y empezó a ser reconocida en su comunidad como una asesora confiable y auténtica. “No es suerte, es inversión de tiempo, dinero y energía”, afirma con convicción.
Actualmente combina su trabajo en bienes raíces con un segundo empleo nocturno como mesera en una discoteca. Lejos de quejarse, valora cada paso del camino. Sabe que todo lo que hace hoy forma parte del futuro que está construyendo.
Su verdadera ambición va más allá de las ventas: aspira a convertirse en inversionista, enfocándose en el modelo fix and flip, que consiste en adquirir propiedades deterioradas, renovarlas y venderlas con valor agregado. Con conocimiento firme sobre financiamiento alternativo, préstamos privados y dinámicas del mercado, se posiciona con seguridad en un entorno altamente competitivo.
Quienes comienzan a explorar este mundo a menudo se sienten abrumados por tantas voces y opiniones. Ella lo tiene claro:
“Rodéate de personas que estén donde tú quieres llegar. No dejes que el miedo de otros te detenga. Si alguien no ha construido nada, ¿por qué escuchar sus límites?”
Y con esa misma claridad, reafirma su creencia en el valor de la inversión inmobiliaria: “Aquí hay muchas formas de generar ingresos, pero el real estate es una de las más sólidas. No solo estás construyendo dinero, estás construyendo futuro”.
Su historia no es solo la de una joven inmigrante que busca salir adelante. Es la de una mujer que se rehúsa a quedarse quieta, que se forma, se reinventa y transforma cada reto en una oportunidad. Es la historia de muchas, contada con voz propia.